7 facetas de la inteligencia para construir tu propio proyecto personal
Elegir una carrera es una decisión importante. Pero más importante que la propia decisión es la actitud con que se enfoca esa reflexión. Es importante abrir el foco y pensar sobre todo en qué tipo de persona quiero ser, qué es lo que dará sentido a mi vida. En el futuro profesional de cada uno habrá que tomar sucesivamente muchas decisiones. Por eso, la clave no es tanto elegir una carrera u otra, como decidirse a prepararse para procurar crecer con cada circunstancia que se nos presente, nos parezca positiva o adversa, e inspirados por una serie de valores que darán contenido, satisfacción y sentido a nuestra vida.
Hay 7 facetas de la inteligencia en las que recomendamos cultivarse para tomar estas decisiones con acierto:
(1) Inteligencia ejecutiva: la inteligencia es algo que todo el mundo quiere tener. La inteligencia ejecutiva es la capacidad que tenemos para conducir nuestra vida y ser realmente protagonistas de ella. Seguramente conozcáis el experimento de la prueba de la golosina donde el psicólogo Walter Mischel, de la Universidad de Stanford, seleccionó a un grupo de niños en los años 60 para estudiar su capacidad de autocontrol. La mecánica del experimento era muy sencilla: meter en una habitación a un niño y sentarle frente a una mesa donde hay una golosina. Le dice que se tiene que ir 20 minutos pero que, si aguanta sin comérsela, le recompensará con otra golosina más. Como comprenderéis, para un niño de cuatro años, una golosina en forma de nube es toda una lucha contra sus deseos y su capacidad de autocontrol. Casi 60 años después, las conclusiones de este psicólogo, plasmadas en el libro El Test de la Golosina, se siguen aplicando y estudiando como un ejemplo de disciplina personal en el mundo de las finanzas y de la gestión empresarial. Este experimento se puede aplicar a nuestros días para medir la capacidad de la demora en la gratificación, es decir, la capacidad de aplazar algo que nos apetece por conseguir algo que sea más valioso. Esa medida de resistir el impulso es el fundamento del autocontrol emocional, pues toda emoción supone un deseo de actuar, y no siempre ese deseo será oportuno. La conclusión de este punto es que el deseo no siempre tiene que ser el que nos gobierne, aunque son importantes las cuestiones emocionales, pero tiene que ser un gobierno de la inteligencia para valorar lo más oportuno. Por cierto, el colectivo que no se comió la golosina tuvo muchos mejores resultados en la vida, tanto en los estudios como a nivel familiar. Por tanto, quienes desarrollan esta capacidad son luego en su vida adulta personas más emprendedoras y equilibradas, menos proclives a desmoralizarse, más resistentes a la frustración, más decididos y constantes. Quienes, en cambio, no desarrollan esa capacidad se abandonan a sus impulsos y son manejados por otros. Quizá las personas más desgraciadas sean las grandes inteligencias con poca voluntad del instituto o de la universidad, porque son las más conscientes de cómo esa gran inteligencia se pierde sin remedio.
(2) Inteligencia emocional intrapersonal: la educación afectiva en la propia vida es una tarea difícil, quizá por la confusa impresión de que los sentimientos y los estados de ánimo son algo oscuro y misterioso, poco racional, bastante ajeno a nuestro control. Hay ciertas personas que se dejan abatir fácilmente por sus estados de ánimo (preocupación, tristeza, queja, enfado…). Cuando esa espiral se hace crónica y reiterativa, sin aportar soluciones positivas, se genera un agobiante murmullo de ansiedad. Si ese círculo visioso se intensifica y persiste, puede llegar a ser patológico. Algunas personas piensan que el problema está casi siempre fuera de ellos, y precisamente ese pensamiento es su gran problema. Lo sensato es saber centrar nuestros esfuerzos en lo que está a nuestro alcance, y no perder nuestras energías en lamentaciones. Los optimistas tienden a considerar que sus fracasos se deben a algo que puede cambiarse, y gracias a eso toman mejor el control de su vida. Esto cambia radicalmente tu actitud ante la vida. Consejos: 1) Compartir: cuando logramos expresar en palabras lo que sentimos damos un gran paso hacia el gobierno de nuestros sentimientos y 2) tratarse a uno mismo con el afecto y la exigencia al tiempo con que trataríamos a quien quisiéramos ayudar. Una de las primeras cuestiones que todos tenemos que aprender es a gestionar el trato con nuestra propia interioridad.
(3) Inteligencia emocional interpersonal: es muy importante reconocer los sentimientos de los demás. Algunos no advierten que se alargan o que aburren, o que irrumpen, cambian de tema, ofenden. Acierta en el acercamiento, cuando tengas una pequeña crítica, o palabras de consuelo, o gastes una broma, o al imponer tu autoridad… Haz un esfuerzo por educar la propia empatía. Es una actitud que humaniza el mundo, y lo hace más habitable y mejor. Para reconocer los sentimientos, empieza por observar, intenta o trabaja en no ser despistado o distraído, fíjate en los detalles, en los rostros, acostúmbrate a mirar a las personas a la cara, a las reacciones de los demás… Todos tenemos prejuicios y clichés sobre las personas, pero los podríamos superar si escucháramos con más interés. Consejos: 1) no entrar demasiado fuerte, no fiarse de las primeras evidencias 2) casi siempre que escuchamos un poco antes de hablar, nos damos cuenta de que traíamos una idea insuficiente y preconcebida. Si no hay un esfuerzo continuado para centrar la vida en los demás, es fácil caer en la autorreferencialidad. ¿Qué ayuda? Una buena educación sentimental. En lo posible, disfrutar haciendo el bien y sentir disgusto haciendo el mal.
(4) Inteligencia compartida: en el mundo en el que vivimos, esta faceta de la inteligencia es fundamental porque somos mucho mejores juntos que solos. No es que todos pensemos o hagamos lo mismo, sino que es trabajo conjunto, ser personas que saben encontrar sinergias para formar un buen equipo. Un liderazgo compartido que nos hace sentirnos a todos protagonistas de las decisiones. Hay que ser personas que saben trabajar su propio ego, que trabajan en armonía con otros y generan ganas de trabajar cada vez mejor a los que tienen al lado y ser personas receptivas al feedback del otro. También hay que ser capaces de dominar las situaciones problemáticas o ser capaces de cortar algo que no se puede tolerar.
(5) Inteligencia incremental: lograr ese deseo de desarrollarnos siempre. El mundo avanza rápido. Tenemos que ser personas abiertas al cambio, a seguir creciendo, a hacer rendir el talento, a comprender la evolución cultural de nuestro entorno. Todos tenemos que estimular este deseo de desarrollarnos como hábito para toda la vida. En el momento en el que os encontráis como universitarios, tenéis que pensar en la excelencia académica, pero también y sobre todo en la excelencia en cuanto a ser hombres y mujeres de principios, abiertos y comprometidos. ¿Cómo pueden los jóvenes contribuir a mejorar la sociedad? 1) Capacidad de análisis crítico, de confrontar puntos de vista opuestos 2) Descubrir que hay cosas que deben cambiar, y que debemos trabajar para que se produzcan esos cambios y contribuir a la mejora de la sociedad, el lugar donde estudiamos o trabajamos, nuestro ambiente familiar… Renuévate, conócete mejor y conoce mejor tu tarea, a los demás y el mundo en el que vives. Consejos: 1) siempre hay algo valioso que aprender de cualquiera, también de quien nos critica, de quien piensa diferente. 2) Sigue en redes sociales a quienes piensan diferente y saben argumentar, sigue hilos donde se razone, huye de las burbujas ideológicas… 3) No dependas demasiado de la aprobación de los demás 4) Atrévete a ser diferente, a innovar, a salir de la zona de confort, del cómodo «todos lo hacen así» 5) supera los estereotipos: no te dejes encuadrar demasiado en ellos, ni encuadres en ellos a los demás 6) No seas persona de fuente única, o de opiniones en todo inamovibles 7) las ideas verdaderamente propias suelen nacer al leer o escuchar muchas y buenas ideas de otros, es decir, somete a crítica tus propias opiniones, compara opiniones y reflexiona sobre ellas hasta llegar a saber qué piensas.
(6) Inteligencia organizadora: la capacidad de organizarse es otra inteligencia muy importante. Si la escalera no está apoyada en la pared correcta, cada peldaño que subimos es un paso más hacia un lugar equivocado. Organiza tu tiempo conforme a los objetivos a largo plazo. No se trata simplemente de hacer muchas cosas, sino las que debemos hacer. Tener un orden de prioridades ayuda para liberarnos de la tiranía de lo urgente o de lo que nos parezca lo más atractivo y poder así dedicar tiempo a lo que da más sentido a nuestras vidas. Esto puede ser un inconveniente profesional enorme. Se puede ser muy inteligente, tener muchos medios, partir de una muy buena posición… pero estar mal organizado, y te vas quedando atrás, poco a poco, la gente no las quiere tener en el equipo porque van a su «rollo». Consejos: identifica lo que puede lastrar tu desarrollo: falta de voluntad, falta de reflexión, ladrones de tiempo, desorganización (agenda, contactos, documentación, eventos, redes sociales…), descuido de ciclos de sueño, ejercicio físico, dieta, etc. Siempre os va a faltar tiempo… y eso va a más. Aprovecha tus años de estudiante para tener una cultura amplia, aprender idiomas, ser personas organizadas y eficientes, aprende las virtudes de la convivencia. Aprovecha el programa NEXT de Pedralbes para aprender a expresarte bien, a argumentar con claridad, ser precisos, no despertar hostilidad, ampliar vocabulario, escribir con corrección, ortografía, pulcritud… Escribir bien es una cualidad importantísima en la vida profesional. Por último, atrévete a cambiar. Si haces lo mismo de siempre, quizá no puedes esperar resultados muy diferentes.
(7) Inteligencia espiritual: todas las cualidades que hemos mencionado antes pueden emplearse para el bien o para el mal. De ahí la importancia decisiva de la dimensión ética. Ese fundamento ético será más sólido si tiene una dimensión espiritual, un anclaje trascendente, una referencia superior ante la que no cabe el engaño. Consejos: 1) márcate estándares altos de honestidad, rectitud, coherencia personal, transparencia, formación. 2) sé una persona equilibrada, con hábitos de reflexión, que saben dar razón de sus principios, con gran aprecio por la dignidad humana. ¿Sábes cuáles son tus principios? ¿Reflexionas sobre tu identidad? Si no lo hacemos, tendremos la que nos impongan. Si no construyes tu identidad, el contexto la contagia, tendremos una identidad prestada. Consejo: ten aprecio por los demás, con sentido de servicio, céntrate en los demás y menos en ti mismo. El amor a los demás es lo que da fuerza al anhelo de justicia. Muchos confían demasiado en que las soluciones a los grandes problemas de la humanidad vendrán de leyes, normas, presupuestos, técnicas o estructuras… Y siempre les parece que serán otros quienes resuelvan los problemas: gobiernos, parlamentos, grandes instituciones… Recuerda: que el mundo mejore y el bienestar moral de todos no puede garantizarse solo a través de estructuras. Incluso las mejores estructuras funcionan únicamente cuando existen unas convicciones capaces de motivar a las personas. Al final, el ser buena o mala persona es una decisión personal de cada uno. Todos empezamos de 0 en el nivel moral. Es una tarea siempre nueva y fatigosa, que nunca puede darse por concluida. Una tarea que no se resuelve solo con la ciencia, la economía o con estructuras. Es necesario un crecimiento personal, y ahí es decisivo el papel de la formación, de la autoformación (todavía más importante), del descubrimiento y la construcción de la propia identidad (nos viene dada y también la construimos nosotros).