“Es una auténtica suerte pasar el confinamiento en el Colegio Mayor Pedralbes”
Artículo de Tomás Masó, residente del Colegio Mayor Pedralbes, y estudiante de 5º de arquitectura en la ETSAV de la Universitat Politècnica de Catalunya.
«Feliz Semana Santa». Me despedí de mis amigos de la universidad camino al metro. El confinamiento aún no era oficial y quedaban tres semanas para las vacaciones, pero preferíamos tomárnoslo con buen humor. Además, ya habíamos acordado con nuestros profesores cómo hacer clases telemáticas y a alguno le habíamos explicado cómo utilizar diferentes herramientas.
El metro de Barcelona se veía diferente, las pulidas barras de acero inoxidable se alzaban amenazantes, formando una jungla de obstáculos y cualquier rincón donde apoyarse era ahora un lugar marginal a evitar.
Al llegar al Colegio Mayor Pedralbes, empezaban las preguntas «¿Qué va a hacer tu universidad?», así poco a poco se conseguía una visión general de las diferentes universidades. Todo confluía en un punto: el lunes empezarán las clases telemáticas.
Se veían por delante días enteros con la única ocupación de estar enfrente de una pantalla, ya fuese para asistir a una clase, para trabajar o estudiar. No podía ser que el descanso también fuese invadido por los píxeles. Hemos tenido la suerte de pasar el confinamiento en el Colegio Mayor Pedralbes: aquí podemos desconectar con nuestros amigos, al aire libre y haciendo deporte. «Yo nunca juego a fútbol», hasta que llegó el confinamiento y se organizó algún partido bastante divertido. También se han estrenado otros deportes como el tenis (en una pista que casi no cabe, pero sirve para aprender), o se ha utilizado más el frontón, o se ha pasado de hacerse partidos de básquet a una canasta a jugarlos a campo completo…
Esta agrupación en el deporte no habría ocurrido sin agruparnos primero en el estudio, de hecho, solo se utilizan las instalaciones deportivas en las últimas horas de la mañana o de la tarde. Así, se puede asistir a clase o estudiar sin la molestia del ruido de la pelota, sabiendo que tan solo estás a un clic de apagar la cámara y el micro y sumarte a ellos. Además de las carreras para ocupar alguna sala anexa del colegio mayor para conectarse a clase de manera más cómoda, o “pedir asilo” en la sala de arquitectura, tampoco se ha desaprovechado la oportunidad de estar en clase al aire libre.
Repito que hemos tenido la suerte de estar confinados en Pedralbes, somos de los pocos afortunados de compartir techo con un oratorio y con un sacerdote: oración, misa, confesión… Hay quienes aprovechan estos momentos para ahondar en su trato con Dios, leer sobre antropología, rezar algún que otro rosario a petición del Papa o invitar a algún amigo a hacerlo por Internet.
Las tertulias después de comer se llenan de risas, aplausos ante reacciones inesperadas, historietas ocurridas y noticias. Se echa de menos a los que solían apuntarse sin falta a estas tertulias y esperamos poder encontrarnos todos de nuevo, especialmente con los que han tenido una partida precipitada, con medio armario lleno. Creo que conviene escribir una vez más: es una auténtica suerte pasar el confinamiento en el Colegio Mayor Pedralbes.