Convivencia en Nápoles
En los primeros días del segundo semestre, después de los exámenes finales, un grupo de residentes decidimos irnos a Nápoles.
Llegamos el viernes a la residencia Monterone después de vivir momentos muy surrealistas dentro de dos taxis napolitanos. Conducir en Italia es cosa de locos o de muy hábiles… en ambos casos quedamos sorprendidos de cómo se conduce por aquí. Tras la animada tertulia nocturna en la que se planificó la jornada del sábado, nos retiramos para descansar y prepararnos para una larga caminata al día siguiente.
El sábado fue una pasada disfrutar de las vistas de Nápoles desde el Castel Sant’Elmo, perdernos por las calles de la ciudad hasta Spaccanapoli, una de las arterias más conocidas de Nápoles. Recorrimos el Barrio Español de Nápoles con parada obligatoria para ver los murales de Maradona, nos adentramos en la iglesia de Gesù Nuovo, comimos pasta en la Pizzeria Port’Alba fundada en 1738, nos tomamos un helado en Gay Odin-considerada para muchos la mejor heladería de Nápoles-, y visitamos la catedral de Nápoles, cargada de historia y belleza, y dedicada a la Virgen de la Asunción. Por la noche, después de la cena de pizzas en Monterone, tomamos una cervecita con vistas y dimos un paseo por el Lungomare.
El domingo los ánimos no bajaron. Visitamos Pompeya, uno de los yacimientos arqueológicos más fascinantes del mundo. Con la boca abierta nos quedamos. Nuestras caras de felicidad en las fotos lo dicen todo: el Foro, el Anfiteatro, el gran Templo de Júpiter… Después de un largo día en Pompeya, acabamos por la noche con una súper cena en Pizza 3.0 Ciro Cascella, ¿qué mejor plan? Los del restaurante tuvieron un detallazo con Antonio que cumplía 19 y le cantamos cumpleaños feliz entre todos.
El lunes, con pena y satisfacción, nos fuimos acercando al final de la convi. Comenzamos el día con la visita al Museo Cappella Sansevero. No nos podíamos ir sin visitarlo. No nos dejaron tomar fotos, pero el Cristo Velado es lo más espectacular de lo que vimos. Aprovechamos nuestra última mañana en Nápoles para visitar el interior de la galería Umberto I. Después nos adentramos en la Basílica de San Francisco de Paula, en la Plaza del Plebiscito. Se trata de la más importante iglesia italiana del período neoclásico, construida entre 1817 y 1824. Nos recordó irremediablemente al Panteón de Roma. Como no paraba de llover, hicimos paradita para tomar un café en el legendario Gambrinus. Un vero piacere. Y terminamos con un paseo viendo toda la Bahía de Nápoles con vistazas desde el paseo del Lungomare.
Agradecer a los compañeros napolitanos de Monterone, que nos dieron consejos, alojamiento, y sobre todo, muy buenos momentos.
Arrivederci Nápoles.
¡Qué pedazo de convivencia! Os dejamos en el link con todas las fotos de este grupazo.