Tertulia con Lluís Llach
Pocas veces hemos tenido el honor de contar con personajes reconocidos internacionalmente en las tertulias. Hasta la fecha, la última había sido la de Ferran Adriá, el mejor cocinero del mundo según los más entendidos. Pero el pasado jueves pisó el suelo de Pedralbes el que sin duda es el personaje más importante que ha platicado con nosotros: Lluís Llach.
Llegó quince minutos antes de lo previsto, con su mítico gorro negro, y acompañado de una mujer llamada Laura. La gente tardó en reaccionar y lo que empezó siendo una sala de estar medio vacía acabó siendo la sala de estar más llena de todas. Incluso contamos con la asistencia de la directora y un grupo de chicos y chicas del Colegio Mayor Penyafort. La participación no tuvo precedentes. Las preguntas no se acabaron. La sesión duró más de hora y media, y Pau Borrell, el residente al que le debemos dar las gracias por encargarse de toda la gestión, tuvo que poner punto y final dejando a muchos sin poder intervenir. Lluís Llach venía en calidad de político y eurodiputado, así que la mayor parte de la tertulia giró en torno a cuestiones sobre la independencia de Catalunya, el referéndum, el derecho de autodeterminación, lo que configura una nación… aunque tampoco faltaron algunas preguntas sobre su gran carrera musical. Destacaron dos: una acerca de su relación con la Iglesia Católica, a la que respondió que era francamente muy mala, pero que no quería abrir tal debate en tal santa casa; y otra acerca de la historia detrás de la canción de Laura. Y para sorpresa de todos, Laura estaba entre nosotros.
Algunos opinaron que fue una pena que habiendo tenido al cantautor catalán más influyente del último siglo las preguntas se centraran tanto en el debate político, llegando a ser a veces un tanto repetitivas. Todo eso, sumado a la diversidad de opiniones en nuestro colegio mayor, contribuyó a que en algunos momentos el discurso de Llach fuera malinterpretado, aunque dejó claro que él no quería convencer a nadie.
En conclusión, el balance fue muy positivo, y los aplausos del final fueron estruendosos y duraron mucho más de lo habitual. Todos teníamos muy claro el respeto que merece la figura de Lluís Llach, y quisimos mostrarle nuestro agradecimiento por haberse dejado caer en Pedralbes. Al final muchos se hicieron fotos con él, y el Colegio Mayor le obsequió con un pequeño detalle.